El placer de la música

La música que provoca un mayor placer en la adultez es la que se escuchó durante la adolescencia, momento cumbre del desarrollo del sistema de recompensa cerebral. Así pues, una respuesta fisiológica frente a una banda sonora de la adolescencia tiene su explicación en la bases neurológicas cerebrales.

Es posible que al escuchar ciertas melodías nuestro cuerpo experimente cambios tales como el aumento de la capacidad para conducir electricidad, el erizado del vello, una aceleración del ritmo cardíaco y del respiratorio o una bajada de la temperatura corporal que, en los momentos de gran placer musical, pueden desembocar en sensaciones de hormigueo o escalofrío.

El cerebro humano tiene una gran capacidad de responder y participar de la música y, cuando esto confluye con la estrecha relación existente entre memoria y emoción a partir del circuito de recompensa, la adolescencia queda instituida en una etapa vital, plagada de eventos emocionalmente relevantes y placenteros que pueden ser recordados muy fácilmente a través la música.

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